En mis cursos, cuando tengo que hablar de comunicación, liderazgo, feedback… suelo acabar mencionando casi siempre el modelo de Comunicación No Violenta.
¿Qué es eso de la Comunicación No Violenta? Escribí un artículo introductorio sobre ello, así que si quieres detalles puedes leerlo allí.
Solo diré que, sobre la base de la Comunicación No Violenta, hablo de asertividad y de empatía, de escucha activa, de indagación, de emociones, de vulnerabilidad, de compromisos, de respeto… en fin, que da para mucho.
La cosa es que el otro día estaba escuchando el podcast de Tim Ferriss, en concreto una entrevista con el terapeuta Terry Real. Y aunque no hablaban específicamente de Comunicación No Violenta, sí que mencionaban aspectos muy relacionados con ello.
Y además con ejemplos concretos, como a mí me gusta.
Hoy quería rescatar para ti algunos detalles de esa entrevista, aunque te recomiendo que la escuches entera.
Vamos allá:
Objectivity has no place in personal relations, I’m sorry.
Una idea que cuesta digerir pero que, cuando lo haces, abre la puerta a una nueva manera de enfocar los problemas en las relaciones.
Y hablo de relaciones personales o profesionales, da igual.
La cuestión es que muchas veces, cuando surgen conflictos, llavamos la discusión al terreno de ver “quién tiene razón”, al terreno de la objetividad, como si hubiese una solución clara que pone fin al debate.
Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de las veces no sucede así. Y no es así porque la percepción de la realidad está muy mediatizada por lo que uno ve, lo que uno selecciona, lo que uno interpreta (basado en experiencias pasadas, influencias culturales, expectativas, necesidades, emociones…).
En estas circunstancias, esperar que el otro deje de ver las cosas como las ve (y las siente) para que adopte nuestra forma de verlas es… ilusorio cuanto menos.
Lo que dicen en la entrevista es que no perdamos el tiempo en eso. Que desde el principio asumamos que vemos las cosas diferentes, y que lo importante no es ver “quién gana” o “quién tiene razón” si no qué podemos hacer (juntos, en equipo) para estar más cómodos en esa relación.
Y, como se supone que las dos partes quieren que esa relación funcione bien, serán capaces de mirar más allá de su ego para encontrar un compromiso que funcione.
Enter into compassionate curiosity about your partner’s subjective experience
Vinculado a lo anterior está esta idea de indagar en el punto de vista de la otra persona. De qué es lo que ve, qué es lo que interpreta, qué es lo que siente, qué es lo que necesita. Y hacerlo sin juzgar, sin minimizar, sin pretender imponer nuestro relato.
Edgar Schein llamaba a esto “humble inquiry”, y de nuevo exige dejar el ego al lado (ese que nos dice “yo tengo razón”).
¿Para qué sirve?
Pues por un lado, por sí mismo, ya expresa respeto hacia la otra persona. Y la otra persona lo va a percibir así. Todos aspiramos a ser vistos, ser reconocidos y ser amados. Cuando la otra persona percibe en nosotros el esfuerzo en comprenderla (y no en “convencerla”), recibe el mensaje de que estamos dispuestos a ir más allá de nuestro ego en beneficio de la relación.
Y eso, obviamente, nutre la relación a pesar del desacuerdo.
Pero además, a partir del conocimiento derivado de ese proceso de escucha, tenemos muchos más elementos sobre los que poder proponer una solución de compromiso que sea razonable y equilibrada por todas las partes.
Suelo decir que es como poner todas las cartas encima de la mesa, las tuyas y las mías, para que juntos hagamos la mejor jugada posible.
“Ahora que te entiendo a ti, y que tú me entiendes a mí, busquemos qué podemos hacer”.
The essential rhythm of all relationships is harmony, disharmony, and repair.
Todos hemos tenido esa experiencia del enamoramiento, de la luna de miel, de esa etapa en la que parece que todo fluye con una naturalidad asombrosa.
Con una persona, con una empresa, con un proyecto, da igual; insisto, esto es válido para las relaciones personales y las profesionales.
Y de repente empiezan a surgir los conflictos, los malos entendidos, el hartazgo, la desconfianza, el resentimiento…
Pasa siempre, invariablemente. Es esa fase de “desarmonía” a la que se menciona en la entrevista. La entropía también interviene en las relaciones, qué le vamos a hacer.
Y ahí es donde llega la disyuntiva: ¿dejamos que la inercia haga su trabajo, o hacemos un esfuerzo por superar esa “desarmonía” y volver a un estado de “armonía”?
Si de verdad valoramos la relación tocará arremangarse y trabajar en ello; buscar el origen de ese distanciamiento, hacerse entender uno mismo y entender al otro, y explorar posibles soluciones.
¿Exigente? Sí, pero es lo que hay.
Am I getting enough in this relationship to make grieving what I’m not getting worth my while?
Como decía más arriba, cuidar una relación es exigente, hay que trabajar mucho.
Y cuando llegas a compromisos con la otra persona no suele ser al 100% de tu satisfacción; obtienes algunas cosas, y también renuncias a otras.
¿Merece la pena la relación, entonces?
Pues esa es una pregunta que solo puede responderse uno en la intimidad. ¿Obtengo de esta relación lo suficiente como para compensar el esfuerzo y la renuncia?
Si es que sí, pues entonces ya está; deja de darle vueltas, asume las contrapartidas y tira para adelante.
Y si es que no… pues quizás sea el momento de terminarla. Que tampoco pasa nada.
Aparte de los puntos que he resaltado, me gustaría añadir algo que para mí es fundamental: la importancia de que ambas partes de la relación tengan una visión compartida de este esquema.
Es decir, que entiendan que la relación va a tener altibajos, que van a existir conflictos, que hay puntos de vista diferentes… y que la forma de abordarlos es dejar el ego a un lado, explorar con respeto y curiosidad genuina el punto de vista del otro y que se trata de buscar compromisos razonablemente satisfactorios.
Y que eso es un trabajo de equipo: no es el uno contra el otro sino “los dos contra el problema”.